Arenilla
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viernes, 22 de agosto de 2025
CARTA A MARIANA, CON LOLA DE TODOS LOS SANTOS
Querida Mariana: Comitán celebra, en este 2025, el aniversario 107 del nacimiento de Lolita Albores. Es noticia grata, lo es, porque significa que su legado sigue vigente, porque ella fue una comiteca que contribuyó a la preservación de nuestra auténtica personalidad. Ella fue cronista de Comitán (aún se le sigue nombrando como cronista vitalicia, porque tal nombramiento sólo lo tuvo ella y el arquitecto Pepe Trujillo. Eso habla de la grandeza de su labor).
Por ahí hay un lugar común que asegura que las personas fallecidas morirán cabalmente cuando ya nadie se acuerde de ellas. Así que puede asegurarse que Lolita Albores sigue viva, porque un grupo de personas de este pueblo la siguen recordando a través de homenajes. Estos reconocimientos honran a nuestra Lolita, pero, sobre todo, honran a Comitán, porque nos recuerdan que nuestra esencia está en la tradición.
Comitán honra a Lolita Albores, con este acto (tres días: 21, 22 y 23 de agosto) la sociedad le dice a Lolita: “Levantate y andá”, andá a seguir llenando los campos de flores, de risas, de picardías, de lenguajes pueblerinos, de autenticidad. Y con su presencia advertida, Comitán invoca su carácter, le regresa parte de su esencia, de su personalidad.
Lolita no fue monedita de oro, tuvo detractores, gente que decía que Comitán era más que la picardía manifestada. ¡Por supuesto que sí! Comitán es mucho más, pero su grandeza radica en las raíces populares. Nadie podrá negar que nuestro pueblo tiene esencias sublimes sembradas en la picardía, en el humor, en el apodo, en el chisme, incluso en el anónimo. Estamos hechos de eso y estas ramas son razón de ser de nuestra enormísima ceiba. Lolita tuvo entre sus manos esta flor auténtica, la que no esconde pétalo alguno, la que se muestra como es, la que está abierta en la luz de la mañana y en la oscuridad de la noche.
A ciento siete años de su nacimiento, Comitán la sigue recordando, le sigue poniendo su reja de papel de china para que la rompa, para que pase de un espacio al otro, éste donde Comitán sigue creciendo. En tiempos donde la globalización atenaza el mundo, es muy reconfortante ver que el pueblo sigue recordándola.
El programa dice que el 21 de agosto se presentó el libro “Así te recuerdo Comitán”, que Diego Greene y Luis Arturo Alfonzo reeditaron, porque era un libro agotado. La presentación estuvo a cargo de Flor de María Esponda Argüello, Rafa Álvarez y Diego Greene, con la moderación de Arturo Eugenio Guillén Figueroa.
El día 22 de agosto se programó lectura de poesía de Lolita Albores, con la participación de María Castellanos Nájera y Berenice Borraz Martínez, con la moderación de Flor de María Esponda Argüello y la armonización musical de Juan de Dios Merino.
Y el día 23 de agosto, una exposición de caricaturas de Raúl Espinosa Mijangos.
Tres días donde el nombre de Lolita Albores vuela sobre el cielo de su Comitán. Ella fue la primera mujer cronista de Chiapas, fue la orquídea comiteca que siempre se ganó el cariño y la admiración de sus pares, porque en ella la crónica estaba viva, su Comitán era el Comitán sin veladuras, sin falsos afeites.
Posdata: en la exposición de fotografías inéditas de Rosario Castellanos, mostradas en el Colegio de San Ildefonso, de la Ciudad de México, hay una fotografía donde aparece Lolita Albores al lado de la gran escritora, la pichita más amada de Comitán. Y esto es así, porque como Lolita lo señaló en una crónica, ella “sí conoció a Rosario Castellanos”. Nosotros, en Comitán, decimos: nosotros conocimos a Lolita Albores y ahora un grupo de personas relevantes la da a conocer a las nuevas generaciones, para que ellas también sepan reconocerse en el árbol de nuestra identidad. Qué buena iniciativa, qué bueno que Lolita siga andando, con su par de muletas, con sus cabellos trenzados o en cascada de plata; qué bueno que Lola de todos los santos y de todas las vírgenes siga diciéndonos que a Comitán también se le conoce como Comitán de Los Tomates, porque tomate una, tomate dos.
¡Tzatz Comitán!
jueves, 21 de agosto de 2025
CON UNA PANTALLA
Imaginá que sos una pantalla, que podés apantallar a medio mundo, porque esa es tu misión de vida. Podés imaginar que sos la pantalla que está en Times Square, en Nueva York; o alguna de las grandes avenidas de Tokio. Si no querés verte muy apantallante podés elegir ser una modesta pantalla de residencia. Claro, según el sapo mirón así es la pantalla. Hay gente que no pasa de tener la pantalla que regaló Peña Nieto, pero hay gente que tiene pantallas gigantescas donde ven los partidos de fútbol americano o de fútbol soccer o los conciertos de Maná o de La Banda El Recodo. Ahora que si sos bien localista, podés elegir ser la pantalla que está colocada en el camellón del bulevar, frente al Hotel Tierra Viva.
Si todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar, los genios de la mercadotecnia han sabido acomodar miles de imágenes en una pantalla residencial. ¿Has pensado cuántas imágenes proyecta cada día la pantalla que tenés en tu casa? Basta multiplicar el número de pantallas que existen en Comitán para tener un aproximado de las imágenes proyectadas. Hacer la cuenta a nivel mundial es apabullante. Todos los días se proyectan millones de imágenes que impactan en el comportamiento de los seres humanos.
Tu pasión será transmitir imágenes, con ello serás un objeto del siglo XXI, siglo de la imagen; es decir, serás una presencia actual con un paso en el futuro.
Quienes crecimos en los años cincuenta en Comitán no tuvimos más experiencia apantallante que la del cine. No había televisiones. Por eso es un impacto cultural para los viejos convivir ahora con cientos de pantallas, desde la del teléfono celular hasta las grandes pantallas que cuelgan en restaurantes y botaneros o cuando hay presentaciones de grupos musicales en espacios públicos.
Imaginá que sos pantalla y transmitís imágenes todo el día, serás, eso sí, un servidor de 24 siete. A la hora que tu amante te necesite debés estar a su servicio, sí, siento mucho decirlo, pero estarás al servicio de quien te lo pida; además, no podrás transmitir tus gustos y tus deseos, todo estará supeditado a los deseos y gustos del otro. Seguirás conservando tu nombre propio pero casi casi serás como una Alexa, como si el otro dijera: “Fulana de tal pon tal cosa” y vos deberás cumplir sus órdenes.
Pero, en compensación, poseerás la gran capacidad de ser paridora de millones de imágenes: desde un hombro femenino acariciado por una crema, hasta la de una pareja en pleno acto cuchi cuchi. Cientos, miles de imágenes de hombres, con las camisas arremangadas, con barbas bien cuidadas, con camisetas deportivas, gordos en la orilla de albercas (piscinas, dice mi mamá) o en la orilla de un río anchísimo; imágenes de miles de chicas, caminando en calles de Nueva York o en senderos de ranchos de los Altos de Chiapas; mujeres con chamarras y jeans de marca, con el cabello corto, con tonos dorados o azabache, con labios sensuales pintados de color rojo o negro. Cientos de imágenes con comidas que compartirán aromas (dicen que pronto habrá pantallas con olor, casi casi como aquellas tarjetas de adolescencia que se llamaban “rascahuele”), orejas con aretes bordados, cuellos con cadenas de oro, nalgas con tangas, pechos con estrellitas plateadas en las areolas oscuras; bosques, montañas, manos deteniéndose los pechos, chicos esquiando, nadando, saltando, comiendo helados, bebiendo champaña o tequila o comiteco. Antros llenos de chicos y chicas con las manos en alto, al ritmo de la música; gente hablando en idiomas diferentes al tuyo, aves, leones, jaguares, gatitos, perros, pasillos de moteles, sábanas sucias, chicos con cintas en la frente, chicos en camiseta, torsos sudados, gente fumando, patinando, chicas con trenzas, sanitarios con una serie de pantaletas colgadas en lazos, ventanas abiertas, cerradas, con mirillas, cielos derramándose sobre ciudades, chicas esperando clientes en las esquinas, mujeres orando, cristos en altares, letras luminosas de hoteles, restaurantes, platos con hamburguesas. Miles y miles de imágenes, de pueblos, de autos, vochos y BMW, luces estrambóticas, baterías, guitarras eléctricas, pianos, mendigos, chicas con lentes oscuros, chicos llorando, gente peleando, gente besándose, gente orinando, chicas doradas y plateadas.
Imaginá que te llamás pantalla, que sos pantalla, que te ven muchas personas, que mostrás escaleras donde la gente sube y baja y sube y baja donde juegan niños y niñas en los parques.
miércoles, 20 de agosto de 2025
CARTA A MARIANA, CON CINITO
Querida Mariana: hay Día del taco, Día del libro, no podía faltar el Día del Cine Mexicano, así, en específico.
Todavía existe un nutrido grupo de cineastas que abomina al cine mexicano. Es comprensible, ya pasó la época donde las películas campiranas se llenaban con canciones rancheras y las películas de juventud con música pop. ¿Hoy? Hoy nadie canta en las películas. Fueron famosas las voces de Pedro Infante; Jorge Negrete; la paisana Irma Serrano; Tito Guízar; Toña, la negra; Pedro Vargas; y luego Angélica María; César Costa; Enrique Guzmán; Manolo Muñiz.
Digo lo que digo, porque crecí con películas donde cantaban los mencionados y muchos más. El Cine Comitán, ubicado a media cuadra del parque central, exhibía las películas mexicanas. ¿Había una escena en una cantina? De inmediato aparecía Irma Serrano, con un vestido rabón, que dejaba ver sus piernas sensuales, y, en medio de la audiencia, sentada ante mesas, se aventaba una canción completa. ¿Un café? ¿Un antro? Enrique Guzmán se aventaba la de “tu cabeza en mi hombro…”
En estos tiempos del 2025 celebramos al cine mexicano con una cartelera que presenta una oferta de cine estadounidense. Los historiadores dicen que en tiempos de Ávila Camacho (años cuarenta) comenzó a verse más y más cine norteamericano. José Agustín, gran escritor, dice que en esa época el pueblo cotorreaba así: "No me la “Movietone”, porque si se me “Paramount” te meto la de “Twenty Century Fox” por la “Columbia Pictures”.
Nos rasgamos las vestiduras por la soberanía nacional. En realidad, ha habido grandes hendijas donde se han colado elementos que vulneran la soberanía nacional. Basta hacer una breve encuesta con los amigos cercanos para comprobar que el México soberano prefiere ver películas gringas. En Comitán hay muchas tiendas donde aparecen letreros que dicen: “hoy se abre paca”, estas pacas de ropa usada vienen desde USA. Dios mío, los mexicanos vestimos ropa de deshecho gringo. Los chicos Ibero o de la Anáhuac conversan en inglés, entre ellos. Nuestra soberanía es porosa, así como porosa la frontera que ha permitido que miles de paisanos vayan a los Estados Unidos de Norteamérica, porque el sueño americano es más ventajoso que el sueño mexicano.
Crecí viendo mucho cine mexicano, de vez en vez se colaron, en medio de las comedias intrascendentes, ya mencionadas, algunas películas soberbias, “Los olvidados”, de Buñuel, “Los Caifanes”, con guion de Carlos Fuentes, “Viento negro”, que Saborío proyectó en una matiné especial para niños de la Matías de Córdova, para niños, ¡Dios mío! ¿Cómo? Si ahí aparecía “La venada” bañándose, en una casetita en medio del desierto, enseñando un bellísimo par de tetas. En esos años, con sus excepciones, consumíamos películas bobas, pero simpáticas, de Viruta y Capulina.
En los años setenta hay propuestas con mayor contenido, ideológico y estético. En los años noventa aparece el llamado Nuevo Cine Mexicano. Los que habían crecido con comedias de pastelazos se retiraron de las salas.
En 1974 fui a estudiar al Distrito Federal, mi afición cinéfila halló alimento en la Cineteca Nacional y las Muestras Internacionales de Cine me dieron de comer lo mejor del cine de arte de todo el mundo, el “rancho grande” quedó oculto ante los enormísimos entornos universales. Había más, no todo era el “México lindo y querido” ni todo era Hollywood, había más y esto presentaba un nuevo rostro a las historias humanas.
Posdata: hoy sigo siendo un gran cinéfilo, pero veo poco cine mexicano, no es mi culpa. Por desgracia, sigue imperando una propuesta muy mediocre. Gracias a las diversas plataformas puedo armar mis propias muestras internacionales de cine. Soy fiel a ese concepto. En la Muestra anual siempre había una o dos mexicanas que habían sido seleccionadas, el grueso de la Muestra eran excelentes cintas de otros países.
Así celebro el Día del Cine Mexicano. Así es la vida, así van estos tiempos. Vos sos experta en cine, vos te aventás todos los estrenos mexicanos, el otro día me dijiste que hay propuestas interesantes, pero que la mayoría de películas mexicanas son comedias bobaliconas. Uf.
¡Tzatz Comitán!
martes, 19 de agosto de 2025
CARTA A MARIANA, CON PALABRITAS
Querida Mariana: el otro día dije que las primeras palabras en inglés que aprendí fue “View Master”, porque en la feria de agosto venía un hombre que colgaba estos aparatitos y los rentaba para que viéramos imágenes. El View Master fue el abuelo de los lentes actuales de tercera dimensión, que son tan apantallantes. En aquellos años sesenta, los View Master eran una atracción genial, que hoy parecería un sencillo y casi bobo entretenimiento. El mundo ha avanzado mucho, en lo que se refiere a chunches tecnológicos.
Nunca hice la traducción, bastaba con llegar a casa y decir que había visto imágenes en el View Master para sentirme importante, no sólo por el aparato en sí, sino porque estaba hablando inglés. ¿Ok? Mi mamá había aprendido algunas palabras en francés en la Ciudad de México, pero no parlaba alguna palabra en inglés. Ahora que repaso mi memoria no encuentro alguna vez que mi mamá haya pronunciado algo en el idioma de Shakespeare. Mi papá tampoco decía palabras en inglés, él prefería el idioma de nuestros antecesores, el italiano. Mi papá me preguntaba: ¿capisci? (capichi), y yo sabía que él decía si había entendido. “Capichi”, ahora lo pienso y esta cinta me lleva al recuerdo de mi papá. Así que el único que “hablaba” en inglés era yo. Hasta la fecha no sé bien a bien qué significa View Master, pero lo pronuncio como si fuera Hemingway o Joyce. Si desgrano los términos puedo, más o menos, acercarme al significado. ¿Qué es View? Tiene que ver con visión, ¿no es cierto? Claro, el aparatito nos lo poníamos frente a los ojos, como si fuera un par de lentes. ¿Qué es Master? Bueno, mi inglés apochado me sugiere que tiene algo que ver con Maestro. Tengo un amigo que me saluda así: master. Así que mi traducción pochoroca es: Imagen maestra o Maestría de imágenes. En fin, era un aparato genial, porque era primo hermano del cinematógrafo, aunque era de imágenes fijas, pero bastaba darle hacia abajo a la palanca para que el disco avanzara y enseñara la siguiente imagen, era un cinito de imágenes fijas. Nosotros debíamos darle la historia, que es lo que hacemos los seres humanos cada vez que estamos ante una imagen, es lo que hacemos los lectores en cada línea de novela o cuento.
Estudié mi educación primaria en la Escuela Fray Matías de Córdova, escuela pública, perteneciente al sistema educativo estatal, donde, muy congruentes con el sentido patriótico, nunca asomaron palabras en inglés (ahora, en muchos colegios particulares el inglés es una materia que se agrega al programa oficial). Fue hasta la secundaria del Colegio Mariano N. Ruiz donde apareció la materia Inglés. El inglés sí ya estaba considerado en el programa oficial y todas las escuelas de instrucción secundaria lo impartían. Ahora, en broma y en serio, digo que no aprendí más que lápiz, pencil y cuaderno, notebook. No sé en qué momento perdí el orgullo de pronunciar palabras inglesas. Jamás volví a poseer la grandeza que tuve cuando llegué a casa y dije que había visto imágenes en un ¡View Master! y vi que mis escuchas quedaban asombrados, ante lo que conté y ante mi pronunciación. Muy pronto, como me ocurre con frecuencia, olvidé la grandeza del nuevo conocimiento y todo lo metí en el saco de lo cotidiano, de lo común.
No he viajado a París, porque pienso que puede ocurrirme tal costumbre antañona, estar frente a la Torre Eiffel, por ejemplo, y no sentir lo que sentí cuando estuve por primera vez ante el mar. Me sentiría decepcionado. ¿Qué tal que, como simple mortal, apareciera en mi mente la pregunta: esto es todo? Me da pena decirlo, pero la primera vez que estuve frente a una ruina prehispánica no le encontré el sentido mágico y lo vi como un mero amontonamiento de piedra, esa vez me dediqué a dejarme seducir por el entorno, por el bosque deslumbrante que crecía alrededor, a escuchar el canto de los pájaros, a mirar el paso del aire por en medio de las nubes.
Posdata: sí, tenés razón, soy un bobo, así soy. Me da pena. ¿No me sedujo el genio creativo de los seres humanos? Uf, perdón. No encuentro chiste al pensar que estaré frente a un gran rascacielos en una calle de Nueva York y levantar la vista para ver decenas de toneladas de hierro y de muchas sábanas de cristal. Llama más mi atención lo pequeño, pero lo de la naturaleza, el camino indescifrable que hacen las hormigas, el vuelo eterno de un colibrí o el aleteo de una mariposa por en medio de un ramo de buganvilias. Mi reacción ante lo bello es la misma de todos los humanos, digo: ¡oh!, lo pronuncio como si esta palabra fuera inglesa, abro la boca como si lo hiciera para beber una bocanada de oxígeno, casi siento que los ojos toman un color azul, como si fuera un gringo nacido en Oklahoma.
¡Tzatz Comitán!
lunes, 18 de agosto de 2025
CARTA A MARIANA, CON UNA CASA ANTIGUA
Querida Mariana: KANA, Taller Artesanal, cumplió doce años de existencia. Dani Quintero dice que Kana significa “Casa Antigua”, en tsotsil, y que es un verbo en lengua tojolabal que significa “querer”.
Lástima que ya murió la tía Joaquina, porque ella se enojaba mucho con las canas que le aparecían en su cabello, ahora podríamos jugar con ella y decirle que una casa antigua iluminaba su cabeza. Pero ella ya murió y el nombre del taller artesanal de Dani se escribe con Ka, y debe pronunciarse un poco diferente a la palabra castellana con ce. Bromas aparte, lo que quiero contar es la bendición de Kana en nuestra sociedad, porque durante doce años Dani, como ella dice: “ha trabajado en colaboración con comunidades artesanas para crear piezas que fusionan tradición y diseño contemporáneo”. Quienes estuvimos en La Pila la tarde del viernes 15 de agosto 2025 fuimos testigos de dicho trabajo. Chicos y chicas modelaron las piezas de vestir, elaboradas en telares. De los chorros de La Pila no sólo brotó agua, también flores, en una propuesta artística de mi admirada amiga Rigel.
Paty Cajcam y yo bajamos a La Pila, después de concluir con el En Vivo que tenemos todos los viernes, donde leemos y chismeamos las cartas que Rosario Castellanos envió a Ricardo Guerra. Al llegar vimos que ya estaban ocupadas todas las sillas colocadas frente a los chorros, donde había una alfombra sobre el empedrado para la pasarela; saludamos al arquitecto Quintero, al licenciado Humberto Pedrero y al presidente municipal de Comitán, señor Fox; luego caminamos hacia el restaurante Tata Lampo, donde, en la mera esquina, estaba Kej Limón, frente al piano, él vistió musicalmente el recorrido de las chicas y los chicos en la pasarela. Como si estuviésemos en una de esas famosas pasarelas en Nueva York o en París, todo mundo disfrutó la presencia de los modelos con la riqueza de los vestidos y trajes elaborados en el taller Kana. Como el famoso anuncio del grupo musical que rezaba: “Desde Yalchivol para el mundo”, acá fue “desde La Pila para el universo el trabajo de los artesanos del hilado y bordado”. Sabemos que cada vez más existe un gran reconocimiento al trabajo artesanal que, como dice Dani: conjunta tradición con diseño contemporáneo; hay un reconocimiento a la grandeza de nuestra cultura ancestral, “con la firme convicción de respetar y mantener viva la tradición al explorar con sumo cuidado nuevas posibilidades”.
Dos lemas llamaron mi atención: “Amamos las raíces” y “Tejemos la historia”, síntesis genial del trabajo que Kana realiza.
Antes de la pasarela saludamos a otros amigos: a José Ramón, a Aza, al gran concertista Max, a mi nieta Fany, a su mamá Lucy, al fotógrafo Quevedo, al no menos genial fotógrafo Augusto, y hubiésemos seguido en el argüende, pero todo mundo se preparó para disfrutar la pasarela, igual que toda la audiencia, concentramos nuestra mirada en el camino donde pasaron los chicos y chicas con los trajes. El acto cultural “Colección Trama Raíz” reunió la tradición y lo contemporáneo. Estábamos en el lugar donde la leyenda cuenta fue origen de nuestro pueblo y estábamos en una tarde plena de aire en el 2025; estábamos, con la mirada, bordando una mínima historia en el apasionante libro del arte comiteco. Al final, como es usual en las pasarelas, pasaron todos los modelos y cerró Dani, al lado de su hijita (que también fue modelo) y de compañeras bordadoras, integrantes del taller Kana. El aplauso de la audiencia se unió a la ovación infinita de los chorros de agua.
Posdata: la tía Joaquina ya no está con nosotros, tal vez le hubiese dado gusto saber que la palabra cana se escribe con ka y en lengua tsotsil significa casa antigua, casa que admiramos la tarde del viernes, casa que nos recibió con flores y bellísimos bordados, cada bordado fue un pespunte sobre el cielo, sobre el manto del espíritu.
¡Tzatz Comitán!
domingo, 17 de agosto de 2025
CARTA A MARIANA, CON CORCHOLATAS
Querida Mariana: Joaquín me impresionaba. Era de algún lugar del Norte de México. Cuando llegaba el de la bicicleta con el pedido que habíamos hecho al supermercado de la colonia (en los años setenta ya había servicios VIP en la Ciudad de México), él tomaba las cervezas en botella y, una a una, las abría, con los dedos de su manaza tomaba la corcholata y le daba vuelta. Nos entregaba las cervezas, frías, ya destapadas, para decir salud. Él tomaba cada corcholata y la aplastaba, la dejaba como quesadilla. Me impresionaba la fuerza, era (o es) un hombrón de más de uno ochenta, de esos compas que les dicen bragados, siempre vestía camisa a cuadros y calzaba botas rancheras. Joaquín me impresionaba por su fuerza. Cuando le hacíamos ver su fortaleza, él decía que en su pueblo (no recuerdo el nombre, pero lo imagino desértico, con un calor de los mil cardos) había un compa que abría las cervezas con la boca. Le creíamos. Joaquín no mentía, todo en él era como un chocolate ciento por ciento de cacao, amargo, pero verdadero.
Esto que te cuento sucedió en los años setenta, en la CDMX (que se llamaba Distrito Federal), el servicio urbano lo constituían autobuses llamados Delfines, a mí me encantaba subirme a “Los delfines”, porque me sentía como aquel personaje literario que andaba metido en las fauces de una ballena (¿Jonás?). Dicen que los delfines son los animales marinos más inteligentes, bueno, los que circulaban en la gran ciudad no eran tan inteligentes, porque permitían que sus conductores manejaran como si tuvieran necesidad de hallar un sanitario.
Pero estos recuerdos de los años setenta, de la gran ciudad, se colaron el otro día que pasé a comprar una botella de agua en un tendejón en Comitán. La pedí con el agua a tiempo, la chica comenzó a buscar en el fondo, porque las botellas a mano estaban en el congelador. Imaginé que la chica pensaba: ¿quién toma agua al tiempo? Lo sé, medio mundo busca el agua fría, casi congelada, para saciar la sed. En los años setenta yo también bebía agua y cerveza bien heladas, ah, era un deleite sentir el líquido refrescando la garganta, qué digo refrescando, helando la garganta, como si fuera la cola de un pingüino deslizándose por el interior. Cuando, después de un tiempo la chica asomó con la botella de agua, de 600, pregunté el costo, pagué y cuando di las gracias, pensé que no podía salir del local sin pedirle que hiciera favor de abrir la botella de plástico. ¿Por qué? Dios mío, me da mucha pena confesarlo, pero mis dedos no tienen fuerza más que para acariciar el teclado de la computadora donde te escribo estas cartas. En plan de broma digo, al pedir favor: “es que quiere fuerza de hombre”. No le dije esto a la chica, sólo le extendí la botella, mientras ella me veía con su cara de ventana abierta en tiempo de huracán. ¿Podés abrirla? Ella sonrió, tomó la botella y, como si le quitara la envoltura a un caramelo, le dio vuelta a la tapa y me regresó mi botella. Gracias, dije. Salí.
¡Ay, qué pena! El otro día chequé el nivel de aceite del tsurito (ya está viejito, quema aceite), jalé la manija interior y luego abrí el capó. Hice algo que me gusta mucho, sacar la varilla y luego, como si fuera torero, regresarla al interior. Me siento Manolete, cuando tomo la espadilla y la introduzco, porque sé que no le estoy causando ningún mal físico a toro alguno, pero hago el mismo movimiento, me retiro tantito y luego introduzco el espadín. Ese día hallé que ya le faltaba aceite al motor. ¿Qué hacer? Tenía en la cajuela un poco de aceite para motor, pero lo que no tenía era fuerza para darle vuelta a la tapa del motor. ¡No puedo! Así que fui a la gasolinera de mi amigo Arnulfo Cordero y un empleado, de inmediato, abrió la botella que compré, le quitó el sello de seguridad, como si le diera vuelta a una perinola, dio vuelta a la tapa del motor y volcó el aceite. Como si todo fuera un juego, juego que para mí es una verdadera tragedia. Mis afectos saben que me cuesta un poco dar la mano en señal de saludo, porque temo que quien me ofrece su mano haga un movimiento de pinza y me dañe. Siempre he dicho que tengo manos de artista, de dibujante.
Posdata: cómo no admirar a Joaquín, le bastaba un simple movimiento de dedos para quitar la corcholata de las botellas. Luego admiré al inventor de las botellas que en el culito tenían un destapador, para abrir una cerveza se colocaba la parte de arriba en el trasero de otra botella, se le daba vuelta y el milagro se hacía. Ya luego, ¡gracias a Dios!, aparecieron las cervezas en bote, bastaba meter el dedo en el arillo, jalarlo y beber la cerveza en el hoyito que quedaba abierto. En ese tiempo no alcancé a ver el cambio, de beber la cerveza en un orificio más o menos generoso, comencé a beber en un pequeño triángulo. Tal vez por eso, Armando insistía en tomar un vaso de cristal, para vaciar el contenido de la lata. Nada de pequeñeces.
Tengo aprendidos de memoria los pasos para cambiar la llanta ponchada de un auto. Pura teoría. ¿Cómo voy a cambiar una llanta si las tuercas están apretadas por hombres ponchadísimos? Si no puedo abrir una simple botella de agua, menos aflojar los tornillos que están apretados como si fueran para el fin del mundo.
¡Tzatz Comitán!
sábado, 16 de agosto de 2025
CARTA A MARIANA, CON UN LIBRINCILLO
Querida Mariana: Marvey Altuzar Figueroa tiene pichito nuevo. La poeta regresó al redil de la poesía. Después da darse un baño en las aguas de la narrativa, ahora nos presenta un nuevo librincillo de poesía. Y esto de librincillo no se refiere sólo al trato afectuoso que le doy a los libros, digo que es un librincillo porque es chiquitío, bonito. Pertenece a la Colección Ojo de Hormiga, de ARDE EDITORIAL CHIHUAHUA y TINTANUEVA EDICIONES.
Iba en mi tsurito, con rumbo al Colegio Mariano N. Ruiz (plantel Los Sabinos), pasé por la casa de Marvey y la vi comprando con una canastera. Sí, ¿podés creerlo? Ella, ahora habitante de la CDMX, estaba en el pueblo reviviendo la gran tradición donde las mujeres caminan por las banquetas del pueblo y pasan a las casas ofreciendo diversos productos: elotes y chayotes hervidos, o chayotes y elotes sin hervir, para los guisos. Como llevaba prisa no me detuve, sólo la saludé desde lejos, pero después le envié un mensaje saludándola. ¡Te vi!, le dije. Sí, respondió, he estado acá desde hace un mes. Iba a decirle te has hecho “ojo de hormiga”, pero no lo dije. Después entendí que, en efecto, se había vuelto Ojo de hormiga al aparecer en la colección editorial.
Te mando foto del librito para que mirés de qué tamaño es. Al ver el ejemplar asoman las mejores voces comitecas: ¡qué bonitío!, ¡chulito!, y demás términos afectuosos. Por eso digo que Marvey tiene pichito nuevo, se esponja como gallina orgullosa. Ella me contó que al regresar a la CDMX, después de estar un rato en el pueblo, fue a su taller de creación literaria y ahí sus compas la recibieron con afecto, se sentó ante la gran mesa y frente a ella miró un paquete pequeño, curioseó y, ¡oh, sorpresa!, era un tanate de cincuenta flores para ella, era el grueso de una serie de cincuenta librincillos, sus librincillos, que contienen dos poemas: Poemas Escritos en Pandemia y Necio Dolor. Fue un obsequio que le hicieron.
Siempre he dicho que un obsequio grande es un libro, ahora, si en lugar de uno te obsequian cincuenta ya es algo supremo y, ¡el colmo!, si ese paquete de cincuenta es de libros que contienen obra tuya el mundo se desmorona en luces como colibríes. Cuando Marvey me lo contó vi cómo sus labios se extendieron en una enorme sonrisa, como sendero de campo lleno de verdes. ¡Ah, qué alegría! ¿Así que tenés un mes de estar en el pueblo? ¡No te has dejado ver! Luego platicó que ha estado cuidando a su mami. Casi no sale de casa. Me concedió el honor de dedicarme unos minutos para que platicáramos en la oficina de Arenilla. Privilegio. Privilegio, porque también contó la génesis de los dos poemas que aparecen en el librincillo más reciente: “Necio dolor”.
Sí, contame, le dije, porque el título del primer poema es impactante, porque regresa a todos los lectores a un tiempo que pensamos lejano, pero que está a la vuelta de la esquina y fue un tiempo lleno de incertidumbre, a nivel mundial.
Y Marvey contó que los Poemas Escritos en Pandemia fueron el resultado de un proceso de creación durante el tiempo que el mundo se confinó. Resulta que ella, días antes de que todo se paralizara en el país (en el mundo) andaba por el pueblo, en atención a su mami, pero tenía pensado regresar a la CDMX, donde estaban su esposo, su hijo y su hija. Y de pronto, como una cubetada de agua, no fría, sino ¡congelada!, el mundo se paralizó y la sugerencia, casi orden, fue ¡quédense en casa!, y Marvey se quedó en casa, al cuidado de su mamá, pero con el cogote partido en dos, porque en la gran ciudad estaba el resto de su familia. Como hizo todo mundo, Marvey se comunicó con ellos, a través de mensajes por el celular o videollamadas. Había que buscar la manera de enviarse cintas de luz. Su mamá estaba delicada de salud, necesitaba tratamiento, fue necesario internarla de nuevo, en tiempo donde en el hospital ya había un área dedicada especialmente para enfermos de COVID. Por fortuna volvieron pronto a casa, pero un día, Marvey escuchó que su mamá tosía, que no sea, pensó; pero al rato ella también estaba tosiendo. ¡Sí fue! Se contagiaron en el hospital, así que a los dolores en conjunto apareció un nuevo clavo. Sus familiares les llevaban comida, lo recibía de lejos, asimismo las hierbas milagrosas para prepararse tés, al lado de los medicamentos que les recetaron médicos de la familia. Un día la molestia para respirar era intensa, ella pensó que se internaría y que pasara lo que Dios dijera, pero Dios decidió que al día siguiente amanecería mejor y poco a poco ambas se recuperaron. Y ahora mamá e hija siguen con vida, y Marvey viene con frecuencia al pueblo para cuidar a su mamá, para apacharla, ya con mejores aires, con cielos más benignos. Pero durante la época de confinamiento, de incertidumbre, la poeta, como muchos creativos en el mundo, buscó la forma de quitarle espinas a ese cardo y en este 2025 regala al mundo el obsequio que le hicieron sus amigos del taller de creación: un librincillo que se llama “Necio dolor”, que además de este poema contiene “Poemas escritos en Pandemia”, que son ocho breves textos, identificados con números romanos. Cada texto es un canto único, pero los ocho forman una unidad, así que bien pueden leerse como un solo poema o como ocho ventanas de un mismo vecindario, pero en el que cada mirada es única.
¿Cómo en un librincillo tan pequeño puede concentrarse tanto de los sentimientos humanos? El maestro Jorge Gordillo Mandujano, querido maestro, siempre decía “lo breve es placentero”, claro, él lo decía en latín. Esto ha sido como una fórmula para muchos creadores. En este caso, Marvey lo aplicó, condensó en breves poemas toda una visión de un tiempo general y de un tiempo particular. Acá está lo que ella vivió en tiempos aciagos que vivió el mundo entero. Digo que ahora poco se habla de los tiempos de pandemia, pero están tan a la vuelta de la esquina. Ahora que platiqué con Marvey mis fantasmas aparecieron de nuevo, volví a sentir el desasosiego que vivimos en casa, así como lo vivieron millones de personas en otras latitudes. Tengo en mi mente imágenes de un París vacío que vi a través del Internet. Las calles estaban vacías. Tengo en mi mente imágenes de un cantante que, desde un balcón de un departamento en quinto piso, salió a interpretar unas canciones para decirle al mundo que ahí estaba una voz que no se acallaba, que seguía dando esperanzas, sembrando ideales. El mundo no estaba aniquilado, sólo había entrado en una pausa, una pausa obligatoria, no deseada, pero a final de cuentas una pausa, porque (así lo atestiguamos) el mundo siguió su marcha y ahora, qué pena, el mundo ya parece olvidar la lección y sigue cometiendo estupideces.
Marvey, narradora y poeta, aprovechó esa pausa y canalizó los temores, les dio cauce y sembró árboles con palabras. En este 2025, años después de la pandemia apareció este librincillo con poemas que escribió en ese tiempo de confinamiento.
El canto V casi sintetiza lo que la poeta vivió. Sin permiso de la autora te paso copia. A ver cómo lo mirás.
V
Extiendo mi plegaria
a lo largo,
a lo profundo de la noche;
se incendian los temores,
la duda existe, madre,
¿te irás ahora,
de este agonizante mundo?
Posdata: digo que la duda ya se hizo polvo. Por fortuna su madre no se fue en ese momento. Se irá, porque todos los seres humanos traemos enredada la cinta de la muerte, pero ella, su madre, y ella, la poeta, son sobrevivientes de esa pandemia. Los que seguimos sobrevivimos a ese corte de guadaña. Acá estamos. Acá, para reír, para beber, para vivir, para leer los poemas de Marvey.
¡Tzatz Comitán!
viernes, 15 de agosto de 2025
CARTA A MARIANA, CON EL NARRADOR
Querida Mariana: Mario Vargas Llosa, en varias ocasiones, dijo que los escritores deben estar pendientes del narrador. Hay gente que piensa que el narrador de una novela es el propio autor. ¡No! Vargas Llosa asegura que el narrador es también una invención del autor. ¿Es así?
¿Qué pasa con las autobiografías? Se supone que quien narra una autobiografía es el mismo autor. ¿Es así? Tal vez no. Tal vez Gabriel García Márquez tuvo razón al decir que “la vida no es la que uno vivió sino la que recuerda y cómo la recuerda”.
Así que, tal vez, digo sólo que tal vez, los seres humanos somos los narradores de lo que es nuestra vida y estos narradores son otros, que no nosotros.
Las autobiografías son las biografías más cercanas, pero (¡segurísimo!) todo lo narrado no corresponde precisamente a lo vivido. Ningún ser humano puede contar su vida con precisión, bien porque se aplica la autocensura o porque el olvido hace su presencia. Nadie cuenta todo lo que recuerda, hay cosas que nos guardamos para nosotros y nunca lo expresamos.
Ya que mencioné a Vargas Llosa y a Gabriel García Márquez sirve de ejemplo de lo que es la vida. Todo mundo se enteró del madrazo que Vargas Llosa le propinó a Gabo una tarde. Gabo al día siguiente acudió con un amigo fotógrafo para que le tomara la fotografía que fuera testimonio gráfico del golpe recibido. Los dos grandes amigos (Gabo y Mario) acordaron (¡pucha!) no decir algo acerca del motivo que llevó a Vargas Llosa a enemistarse con Gabo. Hay diversas versiones del motivo, pero todo son especulaciones. Así, cada persona lleva en su memoria recuerdos que jamás comparte con otros. El dicho “se lo llevó a la tumba” es aplicable a todos los seres humanos.
Si llevamos la idea ficcional de Vargas Llosa al plano de la realidad podemos decir que nosotros también inventamos al narrador de nuestra vida, aunque no todo mundo sea escritor. Todos contamos fragmentos de nuestra vida, buscamos un narrador que cuente, ese narrador tiene múltiples caras, a veces es complaciente, a veces es esquivo y muchas veces es severo. Porque, esto nos lo puede explicar bien un psicólogo, nuestro narrador personal es uno cuando está ante un público grande, otro cuando está ante un desconocido y uno cuando está frente a un cercano. El narrador se parece mucho a cada persona, pero no es la persona. ¿Qué pasa con nosotros mismos? Bueno, pues diré, por experiencia propia, que también tenemos un narrador que no siempre nos habla con la verdad, a veces se hace tacuatz para no enfrentarnos a nuestros más dramáticos monstruos. Hay gente que se trata bien, y hay otras que se tratan en forma inmisericorde.
No siempre el mundo nos dice que somos pendejos, a veces somos nosotros quienes nos calificamos así y vamos con la piedra de la desgracia sobre nuestras espaldas.
Como soy escritor elijo el tipo de narrador que contará una ficción o una experiencia personal. A veces, es inevitable, el narrador elegido confunde mis recuerdos personales y los mezcla con actos inventados y el tachilgüil confunde a algún lector en especial. Mi frontera no está bien definida. A mí no me causa desasosiego este entrecruzamiento, porque al final es un juego que hago con mis recuerdos y con algunos deseos.
Sé que a vos, como a todo el mundo, te sucede lo mismo. Nosotros, que somos creadores, usamos los recuerdos personales para, en mi caso, escribir, y en el tuyo, contar una historia a través de imágenes; pero no sólo los recuerdos personales son la materia prima, también lo son los recuerdos de los demás. A mí, en ocasiones, me cuentan cosas muy íntimas. No puedo decir estas intimidades en mis cuentos o novelas. ¿De verdad? No lo creo. Sé que en alguna línea algo de esas historias debe colarse, claro, con protagonistas inventados. A final de cuentas, las vidas de todos son muy semejantes.
Posdata: en literatura hay un concepto esencial: verosimilitud; es decir, la vaina donde lo que se cuenta es creíble. Si vos escribís un cuento o una novela y carece de verosimilitud ¡ya valió chetos! Lo que se cuenta puede ser una gran mentira pero debe ser creíble. Así, el narrador debe ser una persona que cuente cosas creíbles, aunque sepamos que todo es ficción. ¿Lo mismo sucede con la realidad? Parece que cada vez más llegamos a esa línea que antes era aduana. Los poderosos nos presentan una realidad irreal y mucha gente cree, porque el narrador elegido es alguien que las personas adoran.
¡Tzatz Comitán!
jueves, 14 de agosto de 2025
CARTA A MARIANA, CON PROPUESTAS SENCILLAS
Querida Mariana: Comitán es un pueblo disfrutable. Comitán es un pueblo maravilloso, único. Algo ha pasado en los últimos tiempos que se ha ido deteriorando poco a poco. Sus habitantes hemos tolerado y permitido que su belleza comience a tener un poco como de hollín, como si siempre estuviera una chimenea enviando cenizas.
Resulta que un día, en ánimo de regresarle al pueblo su rostro del Comitán antiguo, a todas las banquetas les pusieron laja. La laja de estos tiempos, quién sabe por qué, ya no es como la laja antigua, como las hijas de tía China, las de hoy son más resbalosas. Un día “enlajaron” todas las banquetas para que Comitán tuviera esa visión romántica del medio siglo XX. ¿Quedó bonito? La mera verdad es que no, no solamente no quedó bien, porque el pegado lo hicieron en forma inmisericorde, sin pensar en las necesidades de este siglo XXI, esto causó que el galano arte de caminar se convirtiera en un verdadero desafío peligroso. Desde entonces a la fecha proliferaron los negocios que venden aparatos ortopédicos, ¡claro, cómo no! Mucha gente ha resbalado y ha tenido consecuencias desastrosas en su cuerpo. Si un niño resbala, el cuerpo es tan generoso que sale casi indemne (no siempre), pero si un viejo resbala el suceso puede terminar en una verdadera tragedia. Los huesos de los viejos son porosos, una fractura en personas mayores es de pronóstico reservado.
De esos genios urbanistas ¿nadie se dio cuenta que nuestra ciudad tiene subidas y bajadas? ¿Nadie alcanzó a ver que la conformación geográfica de Comitán tiene características especiales? Las subidas y bajadas otorgan al pueblo su singularidad, pero asimismo la convierten en un tormento si alguien debe bajar o subir por las pendientes, con banquetas desiguales y con el agregado de una laja resbalosísima. Como había que regresar al pasado (ay, Señor, me da pena escribir lo que escribí) se enlajó todo el pueblo. Ahora, cuando me toca promocionar las bondades y bellezas de nuestro pueblo se me llena la boca de orgullo, pero hago la advertencia a los visitantes que caminen con mucho cuidado. Es penoso, porque ya no se puede disfrutar de los remates visuales cuando es necesario llevar la vista hacia abajo viendo por dónde pisar.
Pero eso no es todo. ¿Te has dado cuenta de la cantidad de agregados peligrosos que tienen las banquetas de Comitán? ¿De verdad nadie piensa en las personas mayores, nadie piensa en los peatones que transitan por ahí todos los días? Romeo me dijo que si él fuera presidente municipal de este pueblo, su primera acción sería crear brigadas de trabajadores que se dedicaran con pasión, con responsabilidad, a revisar y posteriormente a eliminar los obstáculos que existen en las banquetas del pueblo. Todo mundo se ha quejado que hacen modificaciones en el parque central (porque colocan estructuras para actos culturales o cívicos) y cuando retiran esas estructuras dejan tornillos sobresaliendo. Vos sabés lo que significa que un peatón tropiece con uno de esos tornillos, si no hace que caiga sí le causa malestar en el sistema óseo y éste puede dañar al sistema nervioso. Un simple tornillo jode la vida. ¿Por qué si tienen que romper el piso y meter tornillos no los eliminan y le dan una resanada al piso al dejar de servir? ¡No lo hacen! Así, la ciudad está convertida en un territorio minado. ¡Dios mío! Caminar por el pueblo se ha convertido en una ingrata experiencia. Anexo una fotografía que demuestra un poco lo que digo (es mínima muestra de lo que existe en el pueblo). Estas estructuras, ya todas oxidadas, sirvieron para algo en algún momento (tal vez sostuvieron alguna base), ya no tienen más uso que joder al peatón. Es un atentado. La foto da una ligera idea del estado en que están las banquetas de Comitán.
Posdata: no sé qué pensés vos, pero yo digo que Romeo tiene razón. Es necesario que la autoridad vele por la mínima seguridad del peatón. Romeo dice que al día siguiente de su gestión comenzaría a quitar lajas a las banquetas en pendientes, una a una, hasta donde alcanzara su periodo, sustituir la laja por material antiderrapante, como dicta el sentido común. ¿A quién se le ocurrió que era una buena idea enlajar las banquetas de las pendientes comitecas? Romeo dijo que pediría a la población que exigieran al siguiente presidente la continuación de tal acción, hasta que un día Comitán tuviera banquetas dignas, no resbaladizas. ¿Qué decís vos?
¡Tzatz Comitán!
miércoles, 13 de agosto de 2025
CARTA A MARIANA, CON CENTENARIOS
Querida Mariana: en nuestro pueblo seguimos celebrando el Centenario del Nacimiento de Rosario Castellanos. ¿Cuántos centenarios importantes se han celebrado en el mundo? Ya te conté que el gran narrador brasileño, grandísimo creador, Rubem Fonseca, también nació en 1925, en Brasil y otros países se han realizado actos celebratorios. Hay más, mucho más. Dije también que el dramaturgo mexicano Emilio Carballido nació en el mismo año que Rubem y Rosario. Pero hay más. Ahora pregunto, ¿Tabasco realizó actos de celebración por el centenario del nacimiento de Ángel Mora? ¿El Tabasco de mi amigo arquitecto Jesús Estrada y tierra donde vive el gran pediatra comiteco Rubén Álvarez se acordó de honrar la memoria de un gran dibujante de revistas de monitos?
Como dice Paty Espinosa y Gabriel Guerra Castellanos la mejor forma de celebrar a Rosario Castellanos en el centenario de su nacimiento es ¡leyéndola! Así que anoche suspendí tantito la relectura de El Quijote, donde ando metido en estos tiempos, y tomé del librero una publicación de Editorial Porrúa que tiene la reimpresión de diez historias de Chanoc, cuyo dibujante fue el gran tabasqueño Ángel Mora.
Ángel nació en Frontera, Tabasco, en 1925. Frontera, igual que nuestro Comitán, es pueblo mágico, como palmera crece al lado del río Grijalva, aguas que le llegan desde Chiapas. Algunos historiadores dicen que la Malinche era oriunda de esta región. ¿De verdad? Pero los hijos de Frontera dicen también que ahí se formó la primera aduana de México y, ¡faltaba más!, en un momento de la historia el puerto de Frontera fue nombrado como capital de la república mexicana. ¡Ah, no me preguntés más! Yo qué voy a saber. Si te interesa saber más pues buscá información en el Internet, en páginas confiables.
Yo ando con la interrogante: ¿fue recordado Ángel Mora, hijo de Frontera, Tabasco, ahora que se cumplieron cien años de su nacimiento?
Conocí a Ángel, desde los años sesenta. Nunca lo conocí físicamente, pero sí fui cercano a su obra creativa, porque en mi niñez gocé las aventuras de Chanoc. La mayoría de muchachitos en los años sesenta corríamos a la Proveedora Cultural, de Don Rami Ruiz, para comprar la nueva Chanoc, porque las historias de mar y selva eran adictivas. Todos los dibujos eran realizados por el gran tabasqueño Ángel Mora, quien, dicen sus biógrafos, desde chiquitío tuvo gran afición por las revistas de monitos y por el dibujo. Cuando vino a ver, ya jovencito, andaba en la Ciudad de México dibujando en talleres de los grandes dibujantes de cómics de México. Asimismo, cuando vino a ver ya andaba dibujando la historieta de Chanoc. Fue elegido porque él conocía cómo era el ambiente de la selva y del mar, porque ambos medios físicos son generosos en Tabasco, tierra de mi querido amigo Jesús Estrada, distinguido arquitecto de aquellos lugares, tierra pródiga, exuberante, generosa en pejes y bagres.
A través de la historia se cumplen centenarios de nacimientos de personas brillantes, que han aportado al desarrollo de la patria. A mí, lo sabés, me gusta conocer historias de gente relacionada con el arte del dibujo, de la pintura y de la literatura, por encima de los demás monstruos de la creación artística. ¡Cómo no respetar a Ángel Mora, genial dibujante, que le imprimió alegría a mis días de mi niñez! Gracias a su trazo, respetuoso del guion que trazaba un escritor, disfruté de las aventuras de Chanoc y de las caballadas que hacía su padrino, el famoso Tsekub Baloyán, bebedor de una bebida que se llama Cañabar con habitantes de un pueblo ficcional Ixtac.
Posdata: ¿se acordó el pueblo de Frontera de su hijo Ángel Mora? ¿Hay alguna placa en su pueblo que lo honre, alguna calle lleva su nombre, existe un museo del cómic que dé cuenta de su paso por la historia de las revistas ilustradas mexicanas? ¿Sabés cuál era el tiraje de la revista Chanoc? ¡Un millón de ejemplares cada semana! Nunca el gran escritor Juan Rulfo fue tan leído como sí fueron leídas las historias de Chanoc.
¡Tzatz Comitán!
martes, 12 de agosto de 2025
CARTA A MARIANA, CON UNA EXQUISITEZ
Querida Mariana: me asomó la palabra Exquisitez, el diccionario dice que es cualidad de exquisito; en gastronomía se aplica a algo con aspecto y sabor delicados.
Digo que Don Martín de Jesús López Ramírez es un hombre que hace un antojo exquisito: ¡chile en vinagre!
No sé en cuántas cocinas del mundo hacen uso del chile en vinagre. En nuestro pueblo es esencia de nuestra identidad culinaria. Ni sé el porqué se llama Chile en vinagre, cuando el chile sólo es un mínimo ingrediente entre las verduras. Debe ser porque el chile en México es una palabra que se usa para todo, no hay chile que les embone.
Don Martín de Jesús es mi amigo. Siempre lo encuentro y lo saludo cuando voy al mercado Primero de Mayo (famoso mercado a media cuadra del parque central de Comitán, el que aparece en “Balún Canán”, de Rosario Castellanos). Su oficio lo heredó de su mamá, Doña Martita Ramírez, quien atendió su local con venta de chile en vinagre durante muchos años, muchísimos. Ahora es el hijo quien, puntualmente, acude al mercado y se dedica a hacer esta exquisitez.
¿Quién sabe desde cuándo viene la costumbre de poner las verduras en vinagre? Tal vez, no lo sé, el vinagre nos llegó desde España y viene desde culturas viejísimas. ¿Recordás que en La Biblia existe el relato donde Cristo crucificado tenía sed y un soldado romano empapó una esponja con vinagre y se la dio al hijo de Dios? Hay estudiosos de la Biblia que dicen que no fue un acto ofensivo, al contrario, fue un acto piadoso, porque ese vinagre era una especie de vino que le saciaría la sed. Andá a saber cuál es la realidad de este misterio. Lo que puedo decir es que acá, en Comitán, el chile en vinagre es una esencia de nuestra comida. Ahí por las oficinas del Diario de Comitán hay una casa con un letrero que dice: “se vende vinagre madre”. Siempre ha llamado mi atención. A veces he querido tocar, esperar que abran y pedir que me expliquen. No sé qué clase de vinagre usa mi amigo Martín de Jesús. En el supermercado encuentro botellas de vinagres comerciales, una de esas botellas dice que es vinagre de manzana, pero, me dicen, también hay vinagre de arroz, de caña y vinagre de piña (en Comitán a este vinagre le agregan panela). Sé que el vinagre proviene de un proceso de fermentación. Y hasta acá llega mi conocimiento.
Martín de Jesús ha hecho del mercado su laboratorio, porque él es uno de los pocos vendedores que prepara su producto a la vista de todos. Es impresionante, realmente impresionante, ver cómo al lado de la mesa donde corta las verduras y los chiles hay gran cantidad de palmitos (que, hasta donde entiendo, es el corazón de las palmas). Este es el condimento estrella de su chile en vinagre. Lo corta en rodajas y luego en trozos que potencian el sabor. Su chile (hablo del preparado que hace) tiene pedazos de zanahoria, cebolla, diversas variedades de chile, palmito y, por supuesto, el vinagre. A mí me encanta pasar a platicar con él, porque es muy desenfadado. Cuando me ve, de inmediato dice: ¡tzatz Comitán!, y avanzada la plática dice que las cartas que te mando deberían terminar con ¡cotz Comitán! Entiendo que lo dice porque es uno de los gritos de identidad que tenemos. Vos sabés que uso la palabra tzatz, porque es una palabra tojolabal que significa fuerza. La unión de ambas palabras, de dos lenguas tan cercanas, permite que siga existiendo la cinta cultural que ha unido por siglos a los tojolabales y comitecos. Además, vos sabés que tengo ascendientes italianos y ¡forza Italia! es el grito de apoyo de los fanáticos de la selección de fútbol, porque la palabra forza significa ¡adelante!
Posdata: cuando querás probar un palmito exquisito en vinagre no dudés en ir al mercado Primero de Mayo, ahí hallarás a Martín de Jesús.
Él es un hombre moderado, el otro día lo vi en el auditorio Roberto Bonifaz Caballero presenciando un partido de básquetbol; y también lo he saludado en el restaurante Tío Javi, donde pasa a tomar una cerveza y degustar las ricas botanas. Un día de estos le preguntaré cuál es la botana que prefiere. A mí me gustan los frijoles que prepara mi mamá, los como con tostada de manteca, acompañados del exquisito palmito en vinagre, que prepara Martín.
¡Cotz, Comitán! Perdón, quise decir ¡tzatz Comitán!
lunes, 11 de agosto de 2025
CARTA A MARIANA, CON UN LIBRO
Querida Mariana: Lupita Gordillo me invitó para hacer unos comentarios en la presentación del libro “El nuevo amanecer de los mayas”, de Natalio Hernández. El acto fue el 7 de agosto 2025, en el auditorio del Centro Cultural Rosario Castellanos. Natalio no acudió porque ese día recibió la Medalla Rosario Castellanos, máximo galardón que otorga el Congreso del estado de Chiapas. Envió un video. Después de la exhibición, subimos al escenario Olivia Bonifaz, Hermilo Aranda y yo. Olivia hizo un preciso análisis del contenido del libro, Hermilo una reflexión acerca del título de la obra y yo leí el textito que te comparto:
Buena tarde.
Natalio llegó a Comitán, ciudad cuyo nombre viene de la antigua palabra Comitlán, voz náhuatl.
Llegó en año glorioso, 2025 es el año donde celebramos el Centenario del Nacimiento de nuestra niña más amada: Rosario Castellanos.
Llegó para presentar su libro “El nuevo amanecer de los mayas”, cuya ventana de entrada muestra el poema “Al árbol que hay en medio de los pueblos”:
“Por caminos de hormigas
traje el pie del regreso
hasta este corazón de alto follaje
trémulo.
Ceiba que disemina
mi raza entre los vientos,
sombra en la que se amaron
mis abuelos.
Bajo tus ramas deja
que mi camino se acueste.
Padre de tantas voces,
Protégeme”.
El árbol sagrado de los mayas es la ceiba. Natalio ha sembrado en su libro ¡tres ceibas! Ha llegado desde la Ciudad de México para quedarse en Chiapas. Sus biógrafos nos dicen que Natalio es hablante de la lengua náhuatl. Su interés por la cultura maya, como dice nuestro gobernador: civilización madre, se debe a un genuino activismo a favor de las culturas prehispánicas. Ha sido un gran promotor de la interculturalidad.
Natalio, en tres ensayos, nos entrega tres ceibas plantadas en este libro que presenta hoy, hoy, 7 de agosto de 2025, cuando conmemoramos el aniversario cincuenta y uno del lamentable fallecimiento de Rosario Castellanos y celebramos por todo lo alto que Natalio haya recibido la Medalla Rosario Castellanos, máxima presea que otorga el Congreso del estado de Chiapas.
Natalio viene de otras latitudes, pero muy cercanas, a decirnos que los mestizos deben respetar y reconocer a los indígenas y éstos respetar y reconocer a aquéllos. A final de cuentas el encuentro es entre un ser humano con otro ser humano, seres llenos de historias, de sentimientos.
Natalio ha vuelto su mirada atenta e inteligente hacia Chiapas, hacia este horizonte donde, asegura, sale un nuevo sol que ven los descendientes de los mayas, de los antiguos abuelos mencionados por Rosario Castellanos en su poema “Al árbol que hay en medio de los pueblos”.
Natalio vino a sembrar tres ceibas en medio de nuestros pueblos, vino a honrar a nuestra cultura, a recordarnos que el Chiapas del siglo XXI está conformado por dos arterias, donde mana la palabra infinita: la arteria de las lenguas indígenas y la arteria de la lengua castellana, idiomas que nos enseñan los caminos donde hemos transitado. No podemos ignorar ni a unas ni a otras, sería tanto como cortar ramas importantes de los árboles sagrados.
El ahora Medalla Rosario Castellanos vino a entregarnos tres ceibas imponentes. Depende de nuestra sensibilidad darles abono, hacerlas crecer desde su prestigio de árboles sagrados de los mayas, donde están sembradas nuestras raíces.
Por esto, la sugerencia es acercarse al conocimiento de las reflexiones de Natalio, para que tengamos un mundo más amable, más rico en gajos culturales; para que Chiapas crezca en el nido de la gran cultura que nos legaron los antiguos. Ojalá que muchas personas puedan leer el libro “El nuevo amanecer de los mayas”, para abrevar de la fuente sagrada y reflexionar en la importancia de acercarnos al conocimiento ancestral.
Natalio llegó a Comitán, antigua Comitlán, antigua Balún Canán. Él es un hombre sabio, en su corazón trae la savia del conocimiento eterno, el que ha hecho camino a través de siglos.
Este aplauso es para Natalio Hernández.
Posdata: así, junto con otros actos, conmemoramos el aniversario número cincuenta y uno del lamentable fallecimiento de Rosario Castellanos, en el año donde celebramos el Centenario de su Nacimiento.
¡Tzatz Comitán!
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